Indignación colectiva por suministros de emergencia sin distribuir
Nos toca exigir al gobierno de Puerto Rico que esté a la altura de su gente y que los funcionarios públicos cumplan con su deber ministerial.
Los suministros encontrados en Ponce levantan la ira de un país que tuvo que organizarse con gran sacrificio para salir de la catástrofe del huracán María y que ahora tiene que repetir la hazaña tras el terremoto en Puerto Rico.
El rápido inventario de artículos encontrados resurge la herida profunda del trauma de sentirnos abandonados después del huracán y aviva la desgarradora memoria de nuestros muertos de María.
Atónitos e indignados, el fin de semana pasado nos pegamos a nuestros celulares para ver la transmisión en vivo de la apertura del almacén.
Entonces vimos paletas de agua y pensamos en quienes pasaron sed o no tenían agua para lavarse las manos cuando la leptospirosis era un riesgo diario. Vimos comida de bebé en pote y recordamos los supermercados que se vaciaban y los barcos con suministros que no podían llegar a la isla. Vimos los emblemáticos toldos azules que tanto tardaron en llegar. Vimos los pequeños tanques de gas propano y las estufas que necesitábamos para hervir agua. Vimos las lámparas y revivimos meses en oscuridad. Vimos radios y escuchamos el sonido estridente de las emisoras que quedaron al aire transmitiendo voces temblorosas de personas que pedían información sobre sus seres queridos. También nos vino a la mente toda la gente que arriesgó su vida y salió a la carretera para ayudar, abrir caminos, recoger escombros, salvar vidas, construir puentes, llevar suministros y buscar a sus familias.
Exigimos transparencia en la investigación sobre por qué los suministros no fueron distribuidos durante la recuperación de María ni en la emergencia que se vive actualmente por el terremoto y el enjambre de temblores. No queremos indagaciones a medias ni investigaciones preliminares abandonadas en un limbo burocrático. No aceptaremos menos que la verdad.
Lo que hemos vivido y observado en las últimas semanas es un terrible recordatorio de que poco ha cambiado desde el huracán María. El pueblo, las comunidades, las organizaciones sin fines de lucro y la diáspora nuevamente se han activado para ayudar a las personas afectadas.
Nos ha tocado llenar un vacío de servicios esenciales y compensar por la falta de confianza en la capacidad y la voluntad del gobierno de responder apropiadamente. Pero no olvidemos que es al gobierno al que le toca velar por el bienestar de Puerto Rico, seguir sus propios planes y protocolos de manejo de emergencias y atender la situación con todos los recursos disponibles.
Puerto Rico se enfrenta a una crisis económica y política sin precedentes. No nos hemos recuperado del huracán María. Nos enfrentamos a recortes de servicios esenciales, falta de transparencia, desconfianza en la capacidad de los gobiernos locales y federales para manejar la emergencia, infraestructura vulnerable, una junta de control fiscal no electa tomando decisiones sobre nuestro futuro, y una deuda no auditada que ha resultando en medidas de austeridad que amenazan la calidad de vida en Puerto Rico.
Nos unimos al reclamo de comunidades y organizaciones por un proceso de recuperación justo. Que las personas que han perdido su hogar o han sufrido daños tengan acceso claro e inmediato a las opciones de asistencia para tener vivienda digna y segura.
Ciertamente, nos tenemos, podemos cuidarnos y podemos activarnos. Ahora nos toca exigir al gobierno de Puerto Rico que esté a la altura de su gente y que los funcionarios públicos cumplan con su deber ministerial.